ENTRE LA BRISA Y EL VIENTO

Sentada en una roca a la orilla del mar estaba, sentía como mis pies desnudos bailaban bajo el agua transparente. Por dentro una melancolía y fuera una lágrima rodaba en mis mejillas. Los rayos del sol acariciaban mis cabellos y la dulce brisa rozaba mis labios. De pronto y de la nada un abrazo caluroso de un muchacho con mirada tierna, mirada que penetraba mi alma y que quedará siempre en mí presente. Su voz, dulce e inconfundible, me tranquilizaba. Otra vez estaba para cuidar mis emociones; y yo no me daba cuenta de que ese paisaje y ese cariño pertenecian a un sueño de una madrugada de junio. Cuando la brisa se convirtió en el viento de una ventana abierta no tenía ese caluroso abrazo que me cubriera del frío, no tenía su voz para saber que podía contar con el muchacho de mirada tierna cuando yo estuviese triste...

Mi melancolía se refleja cada vez que extraño la amistad de ese ser esencial en mi vida...